¿Por qué permitió Dios a Salomón setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas?

¿Por qué permitió Dios a Salomón setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas?

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¿Por qué permitió Dios a Salomón setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas?
¿Por qué permitió Dios a Salomón setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas?

(miComunidad.com) ¿Por qué permitió Dios a Salomón setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas? Primera de Reyes 11:3 declara que Salomón “tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas“. Obviamente, Dios “permitió” que Salomón tuviera estas esposas, pero la concesión no es lo mismo que la aprobación. Las decisiones matrimoniales de Salomón fueron una violación directa de la Ley de Dios y hubo consecuencias.

Salomón comenzó bien temprano en su vida, escuchando el consejo de su padre, David, como se registra en 1 Reyes 2:2-3, “Yo sigo el camino de todos en la tierra; esfuérzate, y sé hombre. Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, sus decretos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y en todo aquello que emprendas”. La humildad temprana de Salomón se muestra en 1 Reyes 3:5-9 cuando solicita sabiduría del Señor. La sabiduría es conocimiento aplicado; nos ayuda a tomar decisiones que honran al Señor y están de acuerdo con las Escrituras. El libro de Proverbios de Salomón está lleno de consejos prácticos sobre cómo seguir al Señor. Salomón también escribió el Cantar de los Cantares, que presenta una hermosa imagen de lo que Dios quiere que sea el matrimonio. Entonces, el rey Salomón sabía lo que era correcto, incluso si no siempre siguió el camino correcto.

Con el tiempo, Salomón olvidó su propio consejo y la sabiduría de las Escrituras. Dios había dado instrucciones claras para cualquiera que fuera rey: no amasar caballos, no multiplicar esposas y no acumular plata y oro (Deuteronomio 17:14-20). Estos mandatos fueron diseñados para evitar que el rey confiara en el poder militar, siguiera a dioses extranjeros y confiara en la riqueza en lugar de en Dios. ¡Cualquier estudio de la vida de Salomón mostrará que rompió estas tres prohibiciones divinas!

Por lo tanto, el hecho de que Salomón tomara muchas esposas y concubinas fue una violación directa de la Palabra de Dios. Tal como Dios lo había predicho, “Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David” (1 Reyes 11:4). Para complacer a sus esposas, Salomón “entonces edificó Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo abominable de Moab, en el monte que está enfrente de Jerusalén, y a Moloc, ídolo abominable de los hijos de Amón” (1 Reyes 11:7-8).

Dios permitió que Salomón tomara la decisión de desobedecer, pero la decisión de Salomón trajo consecuencias inevitables. “Y dijo Jehová a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo”. (1 Reyes 11:11). Dios mostró misericordia a Salomón por amor a David (versículo 12), pero el reino de Salomón finalmente se dividió. Otro castigo sobre Salomón fue la guerra con los edomitas y aramianos (versículos 14-25).

Salomón no era un rey títere. Dios no lo obligó a hacer lo correcto. Más bien, Dios estableció Su voluntad, bendijo a Salomón con sabiduría y esperó que el rey obedeciera. En sus últimos años, Salomón decidió desobedecer y se le hizo responsable de sus decisiones.

Es instructivo que, hacia el final de la vida de Salomón, Dios lo usó para escribir un libro más, que encontramos en la Biblia. El libro de Eclesiastés nos da “el resto de la historia“. Salomón a lo largo del libro nos dice todo lo que intentó para encontrar la plenitud fuera de Dios en este mundo, o “bajo el sol“. Este es su propio testimonio: “Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música” (Eclesiastés 2:8). Pero su harén no trajo felicidad. En cambio, “todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol” (versículo 11). En la conclusión de Eclesiastés, encontramos un sabio consejo: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12:13).

Nunca es la voluntad de Dios que alguien peque, pero Él nos permite tomar nuestras propias decisiones. La historia de Salomón es una lección poderosa para nosotros de que no vale la pena desobedecer. No basta con empezar bien; también debemos buscar la gracia de Dios para terminar bien. La vida sin Dios es un callejón sin salida. Salomón pensó que tener 1.000 esposas y concubinas proporcionaría felicidad, pero cualquier placer que obtuviera no valía el precio que pagaba. Un Salomón más sabio llegó a la conclusión de que su vida de placeres “carecía de sentido” (Eclesiastés 12:8), y el libro de Eclesiastés termina con la advertencia de que “Dios traerá toda obra a juicio” (versículo 14).

Recurso recomendado: Ecclesiastes and Song of Songs: Teach the Text Commentary by Edward M. Curtis

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