(miComunidad.com) En Tito 3:1–11, el apóstol Pablo aborda las implicaciones prácticas de nuestra salvación. Explica que Dios nos salvó para obrar el bien y ser una influencia transformadora para Cristo y su reino. Paulo resume la esencia de la salvación cristiana con estas palabras:
«Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y de la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador» (Tito 3:4–6).
Gracias a la gracia, bondad y amor de Dios, Jesús nos rescató de nuestra fragmentación y corrupción. No podemos atribuirnos mérito alguno, pues esta obra de salvación no fue fruto de nuestro esfuerzo humano, sino de la divina misericordia. Lo mismo sucede con nuestra renovación espiritual, la cual solo puede venir del Espíritu Santo.
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