¿Qué es un espíritu animal?

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¿Qué es un espíritu animal?¿Qué es un espíritu animal?
¿Qué es un espíritu animal?

(miComunidad.com) ¿Qué es un espíritu animal? El concepto de un espíritu animal se basa en los antiguos sistemas de creencias animistas, chamánicas y totémicas de los primeros indios nativos americanos, los aborígenes australianos y otras culturas indígenas. Hoy, la creencia en los animales espirituales se promueve en varios sistemas religiosos neopaganos como Wicca y New Age, y a menudo se asocia con la astrología. Internet tiene muchos consejos y cuestionarios que alientan a las personas a identificar y contactar a sus “espíritus animales“.

¿Qué es un espíritu animal?
¿Qué es un espíritu animal?

La creencia en los espíritus animales se centra en la idea de que un ser humano puede tener una conexión mística con un guía espiritual benevolente, o un ayudante espiritual, que toma la forma de un animal. En algunas culturas, se cree que el espíritu guardián se asigna al individuo en la pubertad. Tan cerca está el vínculo personal entre el humano y el espíritu animal que el humano adquiere algunas de las características del animal guardián. El espíritu animal ayuda a guiar o proteger a la persona que comparte o encarna las cualidades del animal.

Una idea relacionada con los espíritus animales es la de “animales de poder“, un concepto de chamanismo que ciertos animales pueden empoderar física o psicológicamente a los seres humanos. Al igual que el espíritu animal, el animal de poder comparte su sabiduría, sus instintos naturales y otros poderes con los humanos en momentos de necesidad y puede ayudarlos a lograr sus objetivos o realizar tareas.

Los espíritus animales, los animales de poder y todos los demás tipos de guías espirituales promovidos en el paganismo son en verdad espíritus engañosos gobernados por los poderes de las tinieblas y las fuerzas espirituales del mal que actúan en este mundo (Efesios 6:12; 1 Timoteo 4:1). Ya sea que la entidad tome la forma de una mariposa o un oso, es lo que la Biblia llama un “espíritu inmundo” (véase Mateo 12:43, NKJV). Los espíritus animales son una artimaña demoníaca y no deberían tener parte en el sistema de creencias de un cristiano. Ponerse en contacto con el espíritu animal de uno es lo mismo que incursionar en la brujería, que la Biblia prohíbe en términos inequívocos: “No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti. Perfecto serás delante de Jehová tu Dios” (Deuteronomio 18:10–13, NTV).

El apóstol Pablo advirtió que aquellos que practican los actos de la carne, incluida la brujería, no heredarán el reino de Dios (Gálatas 5:19–21). A los cristianos se les ha dado todo lo que necesitan para vivir vidas piadosas a través del poder divino de Dios (2 Pedro 1:3). No necesitan recurrir a los espíritus animales ni a los animales de poder en busca de ayuda.

Como hijos de Dios, los creyentes deben buscar orientación solo del Espíritu Santo de Dios: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Romanos 8:14). El Espíritu de Dios nos ayuda en nuestra debilidad (Romanos 8:26–27). El Espíritu Santo nos da poder para vivir vidas cristianas piadosas: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:22–25).

El Espíritu Santo guía a los creyentes sobre qué decir y cómo testificar (Marcos 13:11; Mateo 10:19–20; Lucas 12:11–12; 1 Corintios 2:13). Nos guía en el ministerio (Hechos 16:6–7; 20:22) y en el conocimiento de la verdad (Juan 16:13). Nuestro ayudante es el Espíritu Santo, que es más grande que cualquier espíritu disfrazado de “espíritu animal” (Mateo 10:1; 1 Juan 4:4). Deseamos ser más como Cristo, no más como un animal.

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